LA TUMBA INEXPLORADA DEL PRIMER EMPERADOR DE CHINA

Misterios milenarios rodeados de trampas

Bienvenidos una vez más, queridos amantes del misterio, el terror y lo oculto a mi pequeño rinconcito de Internet. Hoy, en nuestra continua búsqueda del misterio, nos desplazamos a la otra punta del mundo y el tiempo, más concretamente a la China del siglo III a. C..  Convencida me hallo de que muchos de vosotros, queridos lectores, conocéis los famosos Guerreros de Terracota, las 8.000 figuras de terracota a tamaño real descubiertas en 1974 cerca de Xi’an, pero ¿conocéis al hombre que las encargó y por qué? No os preocupéis, porque lo sepáis o no, nos vamos a adentrar en el famoso Mausoleo de Qin Shi Huang, el primer emperador histórico de China.

Pero antes de cruzar las puertas (metafóricamente hablando) del edificio, vamos a darnos un pequeño paseo por la época y así de paso conocemos al hombre que lo planeó. Qin Shi Huang nació en el año 259 a.C. con el nombre de Yin Zheng o Zheng Yin para nosotros los occidentales. Vivió su infancia junto con su madre en una situación más que precaria para alguien destinado a convertirse en emperador. Su padre era el Príncipe Yiren de Qin. Yiren, rehén del estado de Zhao, terminó consiguiendo huir, pero tanto su esposa como Yin Zheng quedaron abandonados en Zhao durante años. Si a eso le sumamos que sobre el futuro emperador siempre voló la sombra de la ilegitimidad (se rumoreaba que su madre se había quedado embarazada de Lü Buwei, un hombre de negocios de quien era concubina antes de casarse con Yiren), tenemos el cóctel perfecto para una vida adulta con muchos traumas freudianos.

Su padre murió solo tres años después de ser nombrado rey de Qin, y el joven Yin Zheng subió al trono a los trece años, con su sospechado padre biológico como regente. Desde luego, para él tuvo que ser toda una delicia que le supervisase Lü Buwei, teniendo en cuenta todos esos rumores sobre su madre y el señor Lü, así que en cuanto pudo le pegó una patada voladora y lo exilió del reino. A esto le siguió un intento de golpe de estado por parte del nuevo amante de su madre, un intento de asesinato (no por parte del susodicho amante, que conste), luego otro y, como no hay dos sin tres, uno más. Harto, probablemente, tanto de su escandalosa madre como de tanta traición homicida, decidió que iba a unificar toda China y así lo hizo. A base de guerrear y mucha ira interna y externa, consiguió convertirse en el primer emperador histórico de China y, en un alarde de originalidad, se hizo llamar Qin Shi Huang, que en chino significa “Primer Emperador de Qin”.

¿Y todo esto que tiene que ver con su mausoleo, os preguntaréis? Entre tanta guerra e intento de asesinato, no es de extrañar que el primer emperador comenzara a tener un miedo no demasiado irracional a la muerte, dadas las circunstancias. Se obsesionó con encontrar el elixir de la inmortalidad, lo cual le llevó a ser estafado multitud de veces por supuestos sabios que lo sabían todo sobre vivir para siempre y esas cosas. El mausoleo tardó 38 añazos en construirse, desde el año 246 hasta el 208, que se dice pronto.

El complejo de edificios es una recreación del palacio de Qin Shi Huang cuando todavía vivía. Consta de dos murallas y numerosas fosas en las que acabaron enterrados todos esos pesados ministros, príncipes y princesas que el emperador decidió mandar a la picota, además de esqueletos mutilados y diversos instrumentos de tortura. Los constructores tienen su propia tumba fuera del recinto. Esta tumba está abarrotada y apenas hay espacio entre los cuerpos. Normal, imaginad cuántos constructores muertos se necesitan para levantar todo esto. Muchísimos. ¿Y los que seguían vivos cuando se terminó esta obra titánica? Al hoyo también, no fuera que abriesen la boca.

En esta intrincada necrópolis también se han encontrado diversos tipos de artefactos, entre ellos el famoso Ejército de Terracota que tenía que custodiar la tumba del emperador incluso en el más allá. Como curiosidad, mencionar que cada uno de los soldados de terracota tiene unas facciones únicas. Vamos, que no fueron esculpidos mediante un molde. ¿Se basarían en personas reales para dar forma a los rostros de estos eternos guardianes? No lo veo excesivamente descabellado, dadas las circunstancias.

La tumba en sí, lo que viene siendo el meollo de la cuestión, se encuentra en el monte del centro, es más grande que la Gran Pirámide de Giza si contamos la parte subterránea, y todavía está prácticamente sin excavar. No es de extrañar. No solo su profundidad y complejidad hacen que sea difícil excavarlo sin dañar las posibles reliquias que haya en su interior, sino que está lleno de mercurio y, para los que no lo sepáis, el mercurio es altamente tóxico. Lo que sabemos pues, se trata mayormente de conjeturas extraídas de los escritos del historiador Sima Qian. Supuestamente, el interior de la tumba contaría con una bóveda celeste adornada con perlas imitando los astros. Un río de mercurio rodea el palacio y continúa fluyendo en circuito cerrado. Este metal era comúnmente usado en los elixires de la vida eterna, pues se creía que tenía propiedades curativas y probablemente Qin Shi Huang ingirió grandes cantidades en vida. Para evitar las filtraciones de agua desde el exterior una presa subterránea; a día de hoy sigue funcionando. Además de esto, uno solo puede conjeturar la clase de trampas y maravillas que aguardan dentro de la tumba milenaria del primer emperador de China.

Aquí Sheila, reportando para todos vosotros las historias más increíbles, los fenómenos más extraños y las cosas que nadie quiere que sepáis.

Cambio y corto.

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