LOS FANTASMAS DE LA TORRE DE LONDRES

Bienvenidos una vez más, queridos amantes del misterio, el terror y lo oculto a mi pequeño rinconcito de Internet. Después de una de las encuestas más reñidas que hemos tenido hasta la fecha, Lugares misteriosos fue elegido por una muy ajustada mayoría. Así que me toca cumplir demandas y acercaros a un lugar con encanto y señorío. Esta vez nos trasladamos a Inglaterra, a un lugar que muchos conoceréis por su fama de estar plagado de fantasmas: la Torre de Londres. Así que, comprobad que vuestras mochilas de cazafantasmas están preparadas y recordad que, ante todo, no se pueden cruzar los rayos.

La Torre de Londres es uno de los edificios más famosos de la capital inglesa. La Torre Blanca, su parte más emblemática y la que da nombre a todo el complejo, comenzó a construirse en 1078 y se terminó en el año 1100. Este carismático edificio fue usado para múltiples propósitos a lo largo de la Edad Media: armería, tesoro, almacén de las joyas de la corona… Pero seamos realistas, ¿a quién le importa todo eso? Yo os voy a decir a quien: a los que escriben los artículos de la Wikipedia, pero aparte de a ellos, a nadie. Y es que lo realmente interesante de la Torre de Londres es que sirvió de prisión prácticamente desde su creación. Una prisión muy especial, para gente especialmente odiada por el monarca de turno o, a veces, para el propio monarca. Todo dependía de dónde soplase el viento aquel año en concreto. Por supuesto, como toda prisión que se precie, en su historia hay multitud de historias de tortura, muerte y todas esas cosas tan habituales en una época que, sin duda, fue mucho mejor que esta. Ah, también tiene fantasmas, muchos fantasmas… o eso se comenta.

Comencemos con el primer ocupante célebre de sus calabozos y potencial fantasma, el rey Richard II de Inglaterra, el que en teoría era su dueño, vaya. Richard, al que a partir de ahora llamaremos Rick por comodidad, no fue muy popular ya desde los inicios de su reinado. Subió al trono en 1377, con diez años, una edad ideal para tomar las riendas de un reino, y con tan solo catorce, tenía a toda la plebe revolucionada, literalmente. Por aquel entonces, Inglaterra estaba constantemente en guerra con Francia y las guerras son caras. Para financiarla, el parlamento decidió cobrar una cantidad fija, a todo aquel que fuese mayor de catorce años y no fuese mendigo, independientemente de los ingresos del susodicho. Sumadle a eso un pequeño evento histórico llamado la Peste Negra y todos los ingredientes estaban en la olla, dispuestos a provocar una deliciosa revuelta campesina.

En 1388 se produce una nueva crisis cuando el Parlamento decide revisar las cuentas del rey que, ofendido, se fue de gira por el reino para recabar apoyos. Esto desembocó en un choque contra algunos de sus súbditos. Como Ricky era una persona de costumbres y la paz bucólica no era lo suyo, en 1397 decidió que todos sus problemas venían derivados de que era un rey demasiado blandengue, así que se lanzó en brazos de la tiranía, con arrestos y multas por todas partes. Curiosamente, su caída no fue por una revolución autoinflingida, sino porque los franceses decidieron que estaban hartos. Después de perder ante uno de sus propios súbditos, Henry Percy, conde de Northumberland, se le encerró en la Torre de Londres. Al menos no murió ahí, sino de hambre en el Castillo de Pontefract.

Un siglo después, en 1483, Edward IV de Inglaterra moría después de tres semanas de enfermedad y su hijo, Edward V, subía al trono a la tierna edad de 13 años. No iba a durar mucho en él, porque su tío, Richard, duque de Gloucester, tenía otras ideas en mente. Richard empezó a posponer la coronación y, misteriosamente y de forma totalmente casual, un teólogo apareció diciendo que el rey y su hermano eran hijos ilegítimos y, por lo tanto, poco más que sucios plebeyos.

De cara a la coronación, que por fin parecía que iba a celebrarse, tanto Edward V como su hermano pequeño, Richard, duque de York, fueron llevados a la Torre de Londres, pero no como presos, sino en plan de colegueo, por su seguridad y esas cosas. Ya afincados en la torre, los dos niños empezaron a ser vistos cada vez menos hasta que un buen día desaparecieron. Su tío Richard subió al trono ante tan fatídica y nada sospechosa desaparición, y los rumores sobre que había asesinado a sus sobrinos se expandieron.

En 1674 se encontró una caja de madera que contenía dos esqueletos humanos pequeños. Estudios han demostrados que los huesos se corresponden con los que tendrían dos personas de la edad de los príncipes, pero por varias negligencias, ni se ha hecho prueba de ADN ni se ha comprobado el sexo de los fallecidos. Hay varias teorías sobre lo que pasó, porque al parecer más de uno quería matarles (matar niños estaba de moda y si no, que se lo digan a Gilles de Rais), pero esas teorías tendrán que quedar para un Sucesos misteriosos. Entre tanto y, por acortar, digamos que fue Richard. Totalmente.

Dos de las mujeres de Henry VIII de Inglaterra, famoso por haber tenido muchas esposas y por un retrato más bien infame, ordenó decapitar a dos de ellas en esta torre. La primera fue Ana Bolena, a quien se decapitó bajo el pretexto de haberle sido infiel al rey (y porque Henry se había fijado en una de sus damas de compañía, todo hay que decirlo). En lo que presuponemos un último gesto de amor, el rey permitió que se la decapitase con una espada. La espada era considerada mucho más glamurosa que el hacha para este tipo de cosas. Fue por eso mismo que a Catherine Howard, su quinta esposa, se le rebanó el gaznate con un hacha. ¿Y por qué la diferencia? Veréis, es que Catherine sí que le había sido infiel… mientras que lo de Bolena resulta algo más dudoso.

Ambas están enterradas en la Torre de Londres y se dice que el fantasma de Bolena se pasea por ahí con la cabeza bajo el brazo.

Otro inquilino famoso fue el archiconocido Guy Fawkes, y digo archiconocido, no porque la gente sepa quién era o lo que hizo, sino porque todo el mundo conoce su máscara gracias a V de Vendetta. Si la gente supiese que era el equivalente a un talibán católico, quizá lo de llevar la máscara ya no les parecería tan guay.

La cuestión es que el catolicismo estaba siendo brutalmente reprimido en Inglaterra por parte de Elizabeth I. Cuando su sucesor, James VI, subió al trono, los católicos ingleses tenían esperanzas de que con el nuevo rey las cosas cambiaran. James era hijo de Mary Stuart, reina escocesa y católica, pero él mismo no era muy católico que se diga. James no solo continuó con las ejecuciones y todas esas cosas, sino que además calificó al catolicismo de superstición y les dijo a todos los sacerdotes católicos que fuesen ahuecando el ala si querían seguir teniendo ala que ahuecar. Los católicos estaban un poco hartos de toda esta represión y después de muchos complots fallidos, decidieron que la única solución era la violencia… acompañada de un poco de pólvora y con “un poco” me refiero a la suficiente para volar el Palamento británico. Guy Fawkes, que por cierto se pasó unos cuantos años luchando del lado de España, tomó el alias John Johnson (original ¿eh?) y se preparó para volar el Parlamento el 5 de noviembre de 1605. No obstante, como siempre pasa en estas cosas, alguien se chivó.

Fawkes fue detenido el 4 de noviembre y, después de un primer interrogatorio, fue trasladado a la Torre de Londres, para ser interrogado otra vez sobre por qué tenía tanta pólvora, si aquello ni era Valencia, ni estaban en Fallas. Se ve que lo torturaron mucho, porque para cuando le tocó firmar la confesión, apenas podía sostener la pluma. Fawkes fue sentenciado a ser ahorcado y troceado, esto es, desmembrado de forma horrible después de sufrir un rato en la soga, pero la suerte estuvo de su parte y se rompió el cuello en la parte de la horca, ahorrándose que una mula le arrancase los brazos a tirones.

Sobra decir que los fantasmas de todos estos “residentes” han sido vistos en las inmediaciones y el interior de la Torre de Londres, junto con otros fantasmas desconocidos. Entre otras apariciones se encuentran la armadura poseída de Henry VIII, Henry VI (inspirador de juego de tronos donde los haya), un cilindro de cristal giratorio que bien podría ser un artefacto alien y… un oso que supuestamente vivió allí.

¿Pasaríais la noche en la Torre de Londres o mejor os quedáis calentitos en vuestra casa? ¿Y de ser así en qué habitación, en la de Bolena o en la de Fawkes?

Aquí Sheila, reportando para todos vosotros las historias más increíbles, los fenómenos más extraños y las cosas que nadie quiere que sepáis.

Cambio y corto.

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