Bienvenidos una vez más, queridos amantes del misterio, el terror y lo oculto a mi pequeño rinconcito de Internet. Como mis lectores sois gente de cultura, esta semana habéis decidido que hablemos del apasionante mundo de la mitología griega. ¿Pero cómo abarcar un mundo tan extenso? ¿Os voy soltando anécdotas y que sea lo que Dios quiera? Bueno, algunos puede que ya conozcáis lo básico porque la mitad del planeta ha escuchado las canciones de Pascu y Rodri, pero para los que no, creo que lo mejor será que…
¿Empecemos por orden?
Al principio del todo estaba el Caos, solo y aburrido, supongo, así que decidió crear a entes como Nix (la noche), Érebo (la oscuridad) y Gea (la Tierra). Gea era una mujer muy empoderada y un día cogió y dijo:
“Bitch, voy a tener un hijo y para eso no necesito ningún hombre, ente cósmico o lo que sea”.

I need no man
Y entonces tuvo a Urano (el Cielo) ella solita, pero Urano debía de estar de toma pan y mojar (es decir buenorro que lo flipas) porque a Gea se le pasó el empoderamiento de golpe y empezó a tener hijos con él a troche y moche. Y si esto os suena a incesto, por eso de que Urano es su hijo y tal, preparaos, porque a los griegos sus dioses les gustaban de dos formas: dramáticos e incestuosos.
El caso es que empezó a tener hijos: las Erinas, los Cíclopes, las Melíades, los Hecatónquiros y los Titanes, que en realidad fueron los primeros de esta lista en nacer, pero quedaba más dramático ponerlos al final. A todo esto, Urano era un cabronazo de primera, porque cada vez que Gea iba a tener un hijo, lo retenía en el seno de su madre (que era el Tártaro) provocándole mucha pupita a Gea. Mujeres mías, imaginaos estar a punto de parir y que en vez de echar a vuestro pequeño monstruo afuera se os quede dentro… y el siguiente también… y el siguiente. Debe ser agónico.
Gea recuperó parte de su antiguo empoderamiento. Hizo una hoz de pedernal gris y pidió ayuda a sus hijos, pero solo Crono (que por cierto estaba destinado a ser tan capullo como su padre) estuvo dispuesto a ayudarla. Crono pilló la hoz y cuando Urano volvió a intentar preñar a su madre… ¡zasca! Le rebanó sus partes pudendas como quien corta salami y, para más inri y vacile, las arrojó al mar. Con la espuma que esto produjo nació Afrodita, la diosa del amor, pero ya hablaremos de ella más adelante. Eso sí, quedaos con su nombre porque es toda una diva, la Kim Kardashian del mundo antiguo.

Pero pasemos de estos dos viejales y centrémonos en su descendencia. Crono (el tiempo), castrapadres supremo y un tanto cabrón por naturaleza, subió al trono de su padre junto a su hermana Rea. Urano estaba visible y comprensiblemente enfadado con su hijo y le dijo:
“Ríe, ríe, que ya tendrás tus propios hijos y te joderán como tú a mí. Ay, mis testículos…”
Esta cita puede o no ser exacta. Los registros históricos no son claros al respecto.
Crono se acojonó un poco por la profecía de Urano y decidió que mejor prevenir que curar. Cada vez que Rea tenía un hijo, Crono iba y se lo zampaba. Así acumuló unos cinco hijos en su barriga: Hestia, Deméter, Hades, Hera y Poseidón. Rea estaba hasta las narices de dar a luz a hijos para que luego el estúpido de su marido se los comiera, así que cuando tuvo a Zeus, le puso un pañal a una piedra y se lo encasquetó a Crono que se lo comió sin preguntar porque al final tampoco era tan avispado. La piedra pasó a formar parte de la familia y hasta le pusieron el nombre de Ónfalos.

Así, Rea crio a Zeus en una isla de Creta con la ayuda de la cabra Amaltea.Crono, al parecer, no se preguntó por qué su mujer pasaba tanto tiempo lejos de él en una isla. Supongo que mientras no tuviese más hijos le daba un poco igual. Cuando Zeus creció, Gea (o Metis, según quién te lo cuente) le dio un veneno para que Crono vomitase a sus hijos. Nosotros vamos a decantarnos por pensar que lo hizo Gea, ya que me gusta pensar que estaba metida en todos los líos familiares. Zeus liberó a los Cíclopes y Hecatónquiros, que habían permanecido encerrados todo este tiempo porque a Crono no le gustaba tener hermanos con un solo ojo y/o cincuenta cabezas. Todos juntos consiguieron encerrar a Crono y en agradecimiento, los cíclopes le dieron a Zeus el rayo. ¿No podían haberlo usado para liberarse ellos solitos? No, porque si no, no hay historia. Hasta la antigua mitología tiene fallos de guion.
Ahora que ese tirano Urano… esto, quiero decir, Crono, estaba fuera del tablero de juego, sus hijos se repartieron el mundo, excepto la Tierra, claro. Siguiendo las dotes de dictador de sus ancestros, Zeus encerró a los otros titanes con su padre y esto a Gea no le moló nada porque también eran sus hijos. En cuanto a lo que el reparto se refiere, para Poseidón fueron los mares, para Zeus el cielo y el aire y para Hades el Inframundo. Y os estaréis preguntando: Oye, en esa batalla también participaron sus tres hermanas, ¿qué se llevaron ellas? Pues un “muchas gracias” y una palmadita en la espalda.

Y ahora es cuando llega lo interesante, la historia de los dioses olímpicos, todo eso que siempre habéis escuchado: los ligoteos de Zeus, los celos de Hera, Poseidón siendo odioso las veinticuatro horas del día… Pero me temo chicos, que este artículo se está alargando demasiado, así que dejaremos esas historias para una apasionante y telenovelesca parte 2.
Aquí Sheila, reportando para todos vosotros las historias más increíbles, los fenómenos más extraños y las cosas que nadie quiere que sepáis.
Cambio y corto.
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