Bienvenidos una vez más, queridos amantes del misterio, el terror y lo oculto a mi pequeño rinconcito de Internet. Esta semana habéis decidido que hablemos de algunos de los peores fallos médicos que pueda haber, tal vez porque sois unos masoquistas que no quieren ser operados con tranquilidad o porque os gusta la ciencia. El caso es que esta semana, no apto para hipocondríacos, os traigo algunos de los peores fallos cometidos por profesionales del campo de la medicina, a veces sin querer y otras, por increíble que parezca, queriendo.

Doctor graba sus iniciales en una paciente
Hay gente que se equivocó de profesión. Administrativos que en realidad querían ser ingenieros, ingenieros que en realidad querían ser maestros y maestros que en realidad querían ser barrenderos. En el caso del Dr. Allan Zarkin, está claro que lo que quería no era ser médico, sino pintor. Tal vez por eso, en un arrebato artístico, decidió tomarse a una de sus pacientes como si fuese un lienzo y la firmó con sus iniciales, grabándoselas en la piel con un bisturí.
Pero vayamos a los detalles. ¿Hubo algo que hiciese que este doctor se decidiese a marcar a esa mujer en concreto en lugar de, por ejemplo, la pared de uno de los baños del hospital? Pues sí, evidentemente. El doctor Zarkin estaba ayudando a la paciente a traer a una bebé al mundo (era obstetricia, algo así como ginecólogo, vaya) vía cesárea. La cuestión es que la cesárea le quedó tan, tan bien que se dijo a sí mismo:
“He hecho un trabajo tan bonito que voy a ponerle mis iniciales” –Dr. Allan Zarkin durante una cesárea, palabras literales.
Y sí, insisto, palabras literales.
La mujer, evidentemente, no se tomó nada bien tener un par de letras grabadas encima de la cicatriz de su cesárea, como si fuese un Picasso o algo así. “Me sentí violada” declaró, y es que un dentista, que debió dar su opinión en el caso por algún motivo que desconozco, dijo que había sido rubricada de forma que eso no se borrase ni con el mejor aloe vera.
A todo esto, los compañeros de Zarkin, en un alarde de humor digno de los mejores tik toks de pandemia, decidieron apodarle “el Zorro”. Dejaré a vuestra imaginación deducir el porqué.

Médico deja a su paciente en la mesa de operaciones para ir a sacar dinero
¿Nunca os ha pasado que estáis en el trabajo (o en cualquier otra situación) y de repente os acordáis de que teníais que hacer algo y no lo habéis hecho? Ese algo puede tratarse de mil y una cosas, desde haber dejado la luz dada, ir a recoger a los niños al colegio o haber dejado el horno puesto. Pues algo así le pasó al doctor David Arndt cuando estaba llevando a cabo una complicadísima operación de espina dorsal de seis horas. Arndt empezó a darle vueltas a algo tan importante como si ese mes había cobrado o no. Comprensible, seis horas de operación dan para pensar mucho y he de presuponer que el tipo iba mal de pasta a pesar de ser un cirujano de prestigio, de esos que han ido a unis chulas en EEUU.
¿Pero eh, quién soy yo para juzgar sus complicaciones monetarias? Por lo que a mí respecta, podía estar gastándoselo todo en putas y barcos. El problema no es ese. El problema es que empezó a darle demasiadas vueltas al tema mientras tenía a un tipo con la columna vertebral al aire. Primero empezó preguntándole a una enfermera a ver si podía ir a comprobar que su cheque del sueldo hubiese llegado. Fue entonces cuando otro cirujano, Lee Troy, entró con el cheque en plan:
“Eh, mira, tu puto cheque está aquí. ¿Puedes centrarte en el zagal al que estás operando, por favor?” –lo que probablemente pensó Lee Troy cuando entró con el cheque.
Pero no, el paciente era lo de menos, lo importante era ir a cobrar su sueldo. Arndt le pidió a Troy que porfi plis, vigilase a su paciente durante unos cinco minutitos nada más. Lo suficiente para ir de una volada al banco e ingresar el dinero. No tardaría nada, palabrita del Niño Jesús. Troy no estaba cualificado para llevar a cabo aquel tipo de operación, pero pensó que Arndt necesitaría ir al baño a hacer aguas mayores o menores, así que aceptó. Al fin y al cabo, eran muchas horas de operación y uno no controla cuando necesita ir al baño. Pero Arndt no tardó “cinco minutitos”, sino media hora que aprovechó para ir al banco e ingresar el cheque, ignorando todas las llamadas a su busca. Recordemos que mientras Arndt estaba por ahí de recados, en una cama de operaciones, había un tipo con la espalda abierta y un pobre cirujano y enfermera sin ninguna idea de lo que hacer.
Como comprenderéis, nuestro protagonista terminó en la cárcel, donde afirmó ser mucho más feliz que fuera, lo cual da qué pensar.

Médicos quitan partes que no eran a pacientes… todo el rato
Pues sí, esto sucede tan a menudo (relativamente) que no os voy a traer un solo caso, sino varios.
Empecemos con el pobre Willie King, de 52 años. Willie ingresó con una pierna enferma que necesitaba amputación, supongo que para que no se extendiese a otras partes del cuerpo. Pero por a, por b o por h, el cirujano le amputó la que no era y, evidentemente, luego tuvieron que amputarle la que sí era. Y no es que el médico tuviese un lapsus y se confundiese de pierna en el momento, no. Es que en todas partes aparecía indicada la pierna incorrecta: en la pizarra de la sala de operaciones, en el horario, en el sistema del hospital… Incluso le habían esterilizado la otra. Vaya, lo que se puede considerar una serie de catastróficas desdichas.
En el caso de un paciente del hospital de Rhode Island, los médicos le operaron el lado equivocado de la cabeza… Error que había tenido lugar con otros dos pacientes a lo largo del mismo año, así que no creo que fuese coincidencia, sino una incapacidad supina por parte de los médicos para diferenciar izquierda y derecha. La mujer, de 82 años, necesitaba una operación para redirigir el flujo sanguíneo del cerebro al cráneo, pero los médicos le hicieron el agujero en el lado que no era. Para más inri, hacía apenas unos minutos le habían hecho un TAC cerebral que indicaba cuál era el lado afectado.
En el caso de Dana Carvey, el famoso cómico de Saturday Night Live, fue una arteria del corazón la que fue objeto de confusión. Después de unos meses de su operación (una operación de la que dependía su vida, por cierto) Dana recibió una llamada de su doctor indicándole que le habían hecho el bypass en la arteria incorrecta.
Así que ya sabéis, cuando vayáis al médico y tengáis que haceros alguna operación similar, recordadle si se trata de la izquierda o la derecha.

Operación de espalda con utensilios de andar por casa
Imagínate que eres cirujano y que estás operando a un paciente, pero, por alguna extraña razón, no puedes encontrar las cosas que necesitas para llevarla a cabo. Pero no pasa nada, no es cuestión de ponerse nerviosos. Al fin y al cabo, has visto muchos episodios de Bricomanía y no hay nada que no puedas improvisar.
Algo así debió pensar el doctor Robert Ricketson cuando estaba operando a Arturo Iturralde. En esta operación, Ricketson tenía que insertar unas varillas de titanio en la columna de Iturralde, pero, quizá debido a la mala organización o vaya usted a saber, Ricketson no encontraba las benditas varillas. Pero eh, ¿sabéis qué es lo que sí que encontró? Pues un destornillador, y cuan alumno aventajado de la clase de tecnología, el doctor le quitó el mango a la herramienta y decidió que aquello serviría de sustituto. Evidentemente, no sirvió y al de unos días el destornillador se rompió en el interior de la columna de Iturralde.
Au…
El pobre hombre tuvo que someterse a numerosas operaciones para corregir este caso de ingeniería desavanzada y murió al de dos años entre terribles sufrimientos. Todo ello porque el doctor Ricketson no quiso aplazar la cirugía.

Paciente está consciente mientras le operan, no puede hacer nada
Todos habéis oído alguna vez la historia de la persona que durante una operación no se duerme y siente todo lo que le hacen, cada punzadita y corte… Pero eso es un mito urbano, ¿verdad? ¿VERDAD? Pues no, no lo es, eso es algo que nos puede pasar a cualquiera, por desgracia. Por suerte, no es algo habitual.
Esta terrible situación se llama percepción intraoperatoria y se da cuando un paciente no ha recibido la suficiente cantidad de anestesia como para permanecer dormido durante todo el proceso. Aunque hay casos en los que el paciente ha despertado en medio de la operación, mucho peores son los casos como el de Sherman Sizemore, un ministro baptista y exminero de 73 años. Durante su laparatomía exploratoria, Sherman estaba despierto y podía sentirlo todo, pero no podía moverse ni hablar. Para quien no lo sepa, una laparatomía es una operación en la que se exploran los órganos del abdomen abriéndolo y manipulándolos. Sí, imaginad por lo que tuvo que pasar ese pobre hombre. O mejor no, no lo imaginéis.
¿Y cómo narices pudo pasar esto? Bueno, pues he investigado y esto es lo que he sacado en claro, pero no soy médica, así que si alguien lo es y me equivoco, que me corrija. Resulta que cuando te anestesian, te anestesian con varias sustancias y estas tienen diferentes funciones. Una de ellas es dejarte KO y que no sientas dolor, pero otra digamos que lo que hace es paralizarte los músculos, evitando que por ejemplo le sueltes una patada al cirujano en medio de la operación. Cabe suponer que a Sherman Sizemore le suministraron adecuadamente este segundo componente de la anestesia, pero no los inhibidores del dolor y la conciencia. Esto le dejó paralizado, pero consciente y capaz de sentir todo.
Sin duda alguna, el material del que están hechas las pesadillas médicas.

Aquí Sheila, reportando para todos vosotros las historias más increíbles, los fenómenos más extraños y las cosas que nadie quiere que sepáis.
Cambio y corto.
El de ir despiezando a los pacientes por haberse perdido los capítulos de barrio sésamo donde explicaban la diferencia entre izquierda y derecha me ha dejado preocupado. Porque, a ver, una cosa es que hagan un Bricomanía con un destornillador una vez, pero que por costumbre te vayan sacando órganos porqué sí… Cómprese otro en el desguace, señor, que voy con retraso esta mañana y tengo que arreglar todavía a cinco pacientes.
El último caso es especialmente interesante, ya que, al tratarse de un predicador, debió sentirse como Jesús en su martirio y eso le debió llenar de regocijo. Vamos, que sarna con gusto no pica.
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