SKOPTSY, LA SECTA RUSA DE LAS CASTRACIONES

¿Y qué son los Skoptsy? Pues como ya os he dicho una secta rusa, pero me imagino que lo que queréis si seguís leyendo este artículo son los detalles. Los skoptsy surgieron en el no tan lejano siglo XVII, como una escisión o evolución de la secta flagelante de los Khlysty. Los flagelantes fueron un movimiento que durante la Edad Media se esparció por toda Europa de forma casi tan efectiva como la peste, solo que matando menos gente. Por muy romantizada que esté, la vida en la Edad Media era una puta mierda. Lo mismo te morías porque se te infectaba una muela picada, que pillabas una pulmonía después de tomar tu baño anual en el río infectado de aguas fecales al lado de tu chabola a punto de derruirse. Y eso cuando la proverbial peste no asolaba toda tu comarca y te dejaba huérfano de padres, de hijos y hasta de vecinos. A todo esto le sumas que de repente a alguien le dio por decir que iba  a ser el fin del mundo y tienes el cóctel perfecto para que a la peña se le vaya la cabeza.

Fue en medio de ese contexto tan deprimente donde surgieron los flagelantes. Eran penitentes cristianos que salían a pegarse latigazos con flagelos (de ahí el nombre, no es que se comieran mucho la cabeza) para expiar sus culpas. Curiosamente, a la Iglesia no le gustaron mucho porque los veía demasiado subversivos (y extrañamente lujuriosos) y los declaró herejes.

Total, que de los flagelantes salieron los Khlysty y de los Khlysty, los Skoptsy. Pero si bien los Khlysty eran flagelantes de medio pelo que se dedicaban a bailotear alrededor de una hoguera y pegarse unos latigacillos de nada, los Skopsty llevaron todo el tema este de la expiación de la carne a otro nivel.

Su fundador, Kondratiy Ivanovich Selivanov, era un siervo fugado pero asquerosamente carismático. Solo así se explica que consiguiese formar una secta en la muy cristiana ortodoxa Rusia de la época y que lo hiciese con títulos autootorgados tan rimbombantes como “Hijo de Dios” o “Redentor” y, no contento con declararse un mesías, convenciese a sus fieles de que se castraran. De hecho, fue detenido por incitar a que sus seguidores se castrasen y, aun así, estos fueron a liberarle en plan misión suicida. Aunque esto es síndrome de Estocolmo de la más fina categoría, si queréis mi opinión, pero en su defensa diré que él también se castró, así que al César lo que es del César.

Total que, como ya os he dicho, el señor este era muy carismático y, después de ser liberado, consiguió no solo convencer a pueblerinos analfabetos, sino a parte de las clases altas de San Petersburgo. Supongo que entre tanto lujo y explotación de sus siervos se aburrían y cualquier distracción era buena. Esto fue una mala idea porque hizo que la gente que mandaba se fijase demasiado en él y, alarmados porque corrompiese a sus jóvenes y los incitase a cortarse los penes, decidieron que era hora de arrestarle de nuevo y así fue. Lo encerraron en un monasterio y esta vez se quedó allí hasta que se murió. Los Skoptsy no desaparecieron, sino que, por razones que escapan a mi comprensión dadas sus prácticas, siguieron creciendo hasta rozar el millón de fieles, según algunas fuentes.

Y en este punto quizá os estéis preguntando: ¿por qué hacía esto esta gente? ¿Se cortaban los genitales porque sí? A ver, porque sí, pues tampoco. Como ya sabéis (o quizá no), el cristianismo cree que Jesús murió en la cruz para absolvernos a todos y bla, bla, bla. Pero lo que quizá no sabíais es que esto es totalmente y absolutamente FALSO. Jesús nos salvó de nuestro pecados cometidos y por cometer cortándose los huevos y probablemente también las salchicha. Ojo, no lo digo yo, lo dicen los Skoptsy.  Lo lógico pues era seguir su ejemplo, pero esta gente entendía que no todo el mundo estaba dispuesto a amputarse sus partes pudendas así, a lo loco, así que si ingresabas en su orden te daban dos opciones. En la ceremonia a la que llamaban el Sello (o baptismo ígneo, por los hierros candentes que se usaban para formalizar la cosa) podías elegir entre dos formas de “sellar” tu devoción a Dios. Si eras hombre y optabas por el “Sello menor”, bastaba con que te deshicieses de tus testículos, pero si, sin embargo, decidías que ibas a tope de power con los Skoptsy y estabas comprometidísimo con la causa, podías elegir practicar el “Sello mayor” y cortarte el falo también. Si eras del género femenino, podías elegir entre amputarte los pechos o amputarte los pechos y mutilarte los genitales, lo que más rabia te diese, pero las tetas se tenían que ir sí o sí. Todo esto tenía la finalidad ya no solo de imitar a Jesús, sino de quitarte esa odiosa lujuria del cuerpo y, a ver, si “deshacerte” de tus genitales con hierros al rojo vivo no te libra de las ardorosas pasiones del deseo carnal, no sé qué puede hacerlo.

Para colmo de males, y por si todo esto parecía poco, no te dejaban comer carne porque era producto de la cópula de dos animales y mira, lo de la mutilación pase, pero esto ya me parece demasié.

Los Skoptsy llegaron a su fin con la llegada de Stalin al poder que los consideró demasiado subversivos para su gusto y decidió eliminarlos de la foto. ¿Lo pilláis? Porque Stalin borraba de las fotos a sus antiguos colaboradores cuando caían en desgracia… Vale, ya me callo.

Bueno, no. Un último apunte. Aunque en la actualidad los Skoptsy no existen, existen varias sectas que promueven la auto-mutilación como forma de expiación y que, aunque no te obligan a ello, pues tampoco te van a decir que no.

Aquí Sheila, reportando para todos vosotros las historias más increíbles, los fenómenos más extraños y las cosas que nadie quiere que sepáis.

Cambio y corto.

SKOPTSY, LA SECTA RUSA DE LAS CASTRACIONES

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